El balance de víctimas por el terremoto de magnitud 7.7 que sacudió Birmania el viernes pasado asciende a más de 2,000 muertos, según informó la junta militar gobernante. Además, se reportan 3,900 heridos y al menos 270 personas desaparecidas.
Las réplicas continúan generando pánico, mientras miles de personas duermen en las calles ante el temor de nuevos derrumbes. En Mandalay, una de las ciudades más afectadas, los rescatistas enfrentan condiciones extremas con temperaturas cercanas a los 40°C, lo que acelera la descomposición de los cuerpos y complica la identificación de las víctimas.
El sismo también causó estragos en la vecina Tailandia. En Bangkok, una torre en construcción colapsó, dejando al menos 19 muertos y decenas de desaparecidos. Rescatistas continúan las labores con drones y perros rastreadores en busca de sobrevivientes.
La Federación Internacional de la Cruz Roja ha lanzado un llamado de emergencia por más de 100 millones de dólares para atender la crisis humanitaria. La devastación del sismo se suma a la crisis que enfrenta Birmania, un país sumido en la guerra civil tras el golpe militar de 2021, con millones de desplazados y altos niveles de pobreza.
